NOTA:

En este blog creemos en la libertad de expresión, por lo tanto nadie será censurado. Sus autores (es decir, yo) no nos hacemos responsables de la opinión de los lectores que decidan postear. Esta nota va en serio. Hay opiniones que a mi tampoco me gustan, pero debo aceptarlas si acepto la libertad de expresión. Att: Adrià.

NOVEDADES

Novedad: Sección de eventos. Para cuando se de algún evento nuevo e importante en Cerdanyola del Vallés, o Barcelona, sobretodo, o en algún otro municipio del mundo, lo publicitaré en el apartado de eventos. Si alguien quiere que publicite algún evento, que me mande un correo. Mi dirección debería estar en el perfil. Yo valoraré si el evento en cuestión merece ser publicitado en este blog. Lógicamente NO publicitaré una fiesta de Pachá...

martes, 29 de abril de 2008

El número clave !

Señoras y señores, puedo darme con un canto en los dientes, y de hecho ya me he dado. he alcanzado un bonito número en mi contador de visitas. El 666!! La prueba está en la foto que colgaré seguidamente:

Quería agradecer este enorme éxito, en primer lugar, a mis padres y mi hermana. También quisera agradecérslo a Carlos, que me convenció de crearme un nuevo blog, a mis cojones, que fueron los que dieron el último empujón para crear este blog, a D. Bogas, o más conocido como David B., por sus ánimos. Quería agradecerselo al perro de mi vecina y a Dani Alonso, por que ya que salió en los agradecimientos de mi Trabajo de Investigación no le iba a privar de salir en estos. Adrià Checa, gracias por hacerme aquel índice hará ya tres años para mi trabajo de investigación, también te añado aquí por eso. Quiero agradecerselo al resto de compañeros de EUiA por agradeceros algo, y a los de la Assamblea de Letras, así como a los de AEP. Por la misma razón, más que nada. Finalmente quiero agradecérselo a todos mis lectores, sé que sois miles pero que no dais vuestro nombre. Y a mi mismo por ser tan guay.

Hostia, y a Lorena, por chula! Gracias Lorena!

Ea. Acabado el cachondeo. Simplemente me hizo gracia lo del 666.

También a Eliot por el disco de Rinkonete en tu Retrete.

Atentamente Adrià.

P.D:A la espera de tiempo para escribir cosas más serias.


jueves, 10 de abril de 2008

Dulce historia de amor entre Don Perico y Periquita.

Si alguien me preguntase: “¿Qué es lo más grande que has hecho por amor?” Yo respondería: “Dejar escapar a mi amada”. Recuerdo cuando la conocí. Yo era joven y, no está bien que yo lo diga, bastante apuesto. Vivía en casa de los Gutiérrez. ¡Oh! Aquello si era vida. Cada día a la misma hora tenía la comida preparada, y siempre tenía agua a mano. No tenía que hacer absolutamente nada. Todas las mañanas cantaba alegre desde que me despertaba hasta el mediodía más o menos. El piso de los Gutiérrez tenía unas vistas impresionantes desde la ventana del comedor, que era dónde yo vivía. Esta ventana daba a un parque lleno de árboles que había en frente. Yo desde mi sitio sólo alcanzaba a ver las copas de los árboles.

Un día de otoño llegó un nuevo inquilino. Al principio me molestó, por que iba a vivir conmigo, y lógicamente eso reduciría mi espacio y las atenciones por parte de los Gutiérrez que, hasta entonces, yo monopolizaba. Pero te aseguro que cuando la vi llegar olvidé todo lo que estaba pensando. Ella era la hembra más hermosa que he visto en mi vida, se llamaba Periquita y supe su nombre a los tres días de conocerla: ella era de pocas palabras. Tenía un plumaje azul, precioso. Sus alas eran blancas y negras, a rayas, como las mías. Pero los colores de sus plumas eran muchísimo más puros y más relucientes que los míos. Sus cantos eran preciosos: hacíamos un gran dúo. ¿Y su pico? Ah, Dios mío, ese era el pico más hermoso del mundo. Su único defecto: anhelaba la libertad.

Yo intenté explicarle las comodidades de vivir en aquél hogar, que ella insistía en llamar “prisión”. Nuestras diferencias residían en que nuestros orígenes eran totalmente distintos. Ella provenía de la calle, fue recogida del suelo por los chicos de los Gutiérrez, dónde había caído fruto de una herida provocada por no sé que otro pájaro, me explicó. Yo sin embargo había crecido siempre entre esos barrotes que para mi eran mi hogar. Es cierto, no me permitían salir de allí, pero tampoco dejaban otro pájaro que pudiera hacerme daño. Para mí ya estaba bien. Pero ella quería libertad.

Tal era su deseo de libertad que me vi obligado a intentar una fuga conjunta. Hacía tiempo que había encontrado un punto débil en el comedero de plástico de mi jaula. Era bastante viejo, de él habían comido otros periquitos antes que yo. Solo hacía falta darle unos picotazos bien dados y caería. Un día que los Gutiérrez no estaban, le di esos picotazos. Efectivamente cayó. Jamás olvidaré el canto de felicidad de Periquita al verlo. Entonces salimos pitando, o mejor dicho, volando. Recorrimos el comedor danzando como dos jóvenes enamorados que éramos. Ahora nos creíamos los dueños del mundo. Hasta que chocamos con algo invisible que nos impidió llegar a los árboles y salir de la casa. Más tarde supe como le llamaban a eso: cristal.

Nuestra fuga fue un fracaso como también lo fueron los cien intentos siguientes. Nos pasamos las Navidades intentando huir. Al final Periquita se rindió y se resignó a vivir allí. Yo la convencí de que estaríamos bien, y ella me confesó que me quería. Aquel día fue el más feliz de mi vida. Pero nada es perenne. Nuestra relación no duraría para siempre. Un caluroso día de verano mientras la señora Gutiérrez limpiaba la jaula, se fue de la habitación olvidándose de poner el comedero nuevo. La ventana estaba abierta. Periquita no se había dado cuenta pero yo si. Salí entonces por el comedero y Periquita me preguntó: “¿A dónde vas?”. Yo le dije: “a ver el mundo exterior, ¿quieres venir conmigo?” y ella me siguió. Cruzamos el comedor y antes de llegar a la ventana la señora Gutiérrez se había dado cuenta de su error; venía detrás de nosotros para atraparnos. Lanzó un trapo de cocina con intención de capturar a Periquita. Fue entonces cuando hice el mayor de mis sacrificios: me puse debajo de éste y caí al suelo junto a él. Pesaba mucho y me impedía mover las alas. Logré asomar la cabeza por debajo y entonces la vi, a Periquita, volando en libertad. Subía a lo más alto y bajaba nuevamente mientras sobrevolaba la calle ante la expectación de la señora Gutiérrez que desesperada decía: “¡Los niños me van a matar!”

A mi me colocó con delicadeza a la jaula. Supongo que para disculparse por el golpe que me había dado al ser capturado me estuvo mimando durante todo el verano. Fue de agradecer, pues yo estaba desolado por la pérdida de Periquita. Tardé cerca de un año en volver a cantar y nunca más vi a Periquita, a mi Periquita.

Adrià Hernando Fresco.

Eventos:

Nada que considere relevante de publicitar, de momento.